LA SINRAZÓN

   Cuando Flecha despertó una mañana de un sueño inquieto, se encontró en un despacho convertido en un monstruoso ser humano. Se había acomodado sobre su trasero embutido en unos pantalones apretados, parecidos a los de un traje elegante y veía, cuando levantaba la cabeza, la sombra que proyectaba un gran sombrero. 
"¿Qué me ha pasado?", pensó. No era un sueño. El despacho, un auténtico despacho humano, estaba ocupado también por otro hombre, que sin mediar palabra le lanzaba miradas fulminantes de odio y miedo al mismo tiempo. El perro, o el humano, o lo que demonios fuese ahora Flecha, localizó en la puerta la única vía de escape, justo en el mismo instante en que otro hombre entrajetado, visiblemente viejo y de apariencia altiva, la atravesó para expulsar de allí al hombre-odio. 
"Verás, amigo, iré al grano", le comunicó frente a frente, y mirándole a los ojos. Flecha tragó saliva.
"Esto no es fácil, es un trabajo duro, y tendrás momentos difíciles. Pero creo que encajarás bien", le confesó. Flecha volvió a tragar saliva. 
"He podido contratar a un humano, sí, pero esas técnicas ya no funcionan. El frac no asusta, y tenemos que innovar", añadió. "Un perro no necesita llevar frac y puede ladrar, puede ladrar sin parar. ¿Me entiendes? Necesito que ladres a la gente". 
Flecha desvió la mirada hacia el cartel junto a la puerta, parecía un eslogan promocional de aquel sitio: 'Ningún moroso escapa a JRK cobradores'. 

"Ay, Dios Todopoderoso!", pensó, "Qué profesión tan agotadora he elegido!" Siempre de viaje, de un lado a otro de la ciudad, ladrando incansable a deudores de todos los pelajes. Los había adinerados y estafadores; ahí no sentía remordimientos. Lo malo era cuando aparecía un caso justificable, de esos que no pagan porque realmente no tienen ni para comer. 
"Entra en casa maldito perro", protesto uno de esos, y Flecha accedió. "¿Lo ves?", le espetó en la cocina, frente a una mujer embarazada y extremadamente flaca; y dos niños pequeños y harapientos, con esa mirada triste pero alegre, propia de quien aún no es del todo consciente de su suerte. A Flecha se le hizo trizas el corazón. Agachó las orejas y dejó de ladrar cuando estaba apunto de llorar.

Despertó tumbado en su sofá con un nudo en la garganta. Pero de vuelta a la realidad siguió reflexionando sobre ese sueño turbador. Tal vez él no era válido para ese trabajo, o quizá ladrar ya no era suficiente. Probablemente el siguiente paso sería morder, y entonces los perros de presa tendrían mejor encaje. "¿Por qué demonios habré soñado esto?", pensó. Puede que aquella lectura de ayer..., 'La metamorfosis' de Frank Kafka... Un hombre imaginó convertirse en animal y pensó que era una pesadilla. Ahora el animal se imaginaba transformado en un hombre y la pesadilla continuaba. Una sinrazón, claro está. En fin, quizá tanta lectura no convenga, al menos antes de acostarse.
José Carlos Rojo

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
jejejejeje.... "cobradores" ladradores y mordedores. Un "cobrador" es uno que veneee... saca el tridente y picotea picotea hasta que le das el fajete. Y entonces coge el fajete.... y claro, SE VA .... XD

- JJSalsoso -

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