¿REINVENTAR QUÉ?
Hizo historia, el éxito le sobrepasó y llegó el silencio. Titanic marcó el punto de inflexión en la carrera de un cineasta ególatra por fuera y frágil por dentro. ¿Qué hacer tras semejante avalancha de estatuillas? El tiempo fue encontrando la respuesta en el instinto fílmico más primitivo, nacido de los grandes clásicos que marcaron su retina y de otros no tan clásicos que despertaron la envidia cinematográfica. Así encontró el motivo, y ahí reside precisamente el gran vacío de Avatar.
Bebió demasiado de otras cintas hasta el punto de emborracharse. De Kubrick y su 2001, de Lucas y su interminable saga, de Peter Jackson y la trilogía convertida en obra maestra e incluso de Spielberg en varias vertientes.
Todo arte es una recreación de algo existente, y toda obra nace de otra obra, pero la fuente dibuja muchas veces una línea invisible entre lo legítimo y lo banal; entre lo que refiere a la base de la narrativa clásica o se eleva desde lo que funcionó en productos ya cocinados.
Cameron rumió durante décadas un film como éste, pero todo el mundo se adelantó. Quiso esperar a que la técnica le prestara las herramientas para crear un mundo nuevo y también llegó tarde. No reinventa el cine porque todo lo que ofrece la película ya se ha visto. Por no hacerlo, no se reinventa ni a sí mismo.Lo maneja como un niño que se cree con juguete nuevo para subsanar sus complejos cinematográficos tratando de asegurar el respeto del público con un cóctel teóricamente infalible. Y falla. Regresa el cine de estereotipos, de personajes planos, de metáforas absurdas, militarismos y ecologismos harto destilados (bien destilados, como hizo Tolkien, que no es el caso), previsible, fácil, frío y con prisas. Y lo mejor, lo estruendoso de un James Horner que arremete con su partitura contra cualquier pequeño momento de intimidad emocional que quedaba. Un cúmulo de despropósitos.
http://www.eldiariomontanes.es/20091223/cultura/cine/reinventar-20091223.html
Bebió demasiado de otras cintas hasta el punto de emborracharse. De Kubrick y su 2001, de Lucas y su interminable saga, de Peter Jackson y la trilogía convertida en obra maestra e incluso de Spielberg en varias vertientes.
Todo arte es una recreación de algo existente, y toda obra nace de otra obra, pero la fuente dibuja muchas veces una línea invisible entre lo legítimo y lo banal; entre lo que refiere a la base de la narrativa clásica o se eleva desde lo que funcionó en productos ya cocinados.
Cameron rumió durante décadas un film como éste, pero todo el mundo se adelantó. Quiso esperar a que la técnica le prestara las herramientas para crear un mundo nuevo y también llegó tarde. No reinventa el cine porque todo lo que ofrece la película ya se ha visto. Por no hacerlo, no se reinventa ni a sí mismo.Lo maneja como un niño que se cree con juguete nuevo para subsanar sus complejos cinematográficos tratando de asegurar el respeto del público con un cóctel teóricamente infalible. Y falla. Regresa el cine de estereotipos, de personajes planos, de metáforas absurdas, militarismos y ecologismos harto destilados (bien destilados, como hizo Tolkien, que no es el caso), previsible, fácil, frío y con prisas. Y lo mejor, lo estruendoso de un James Horner que arremete con su partitura contra cualquier pequeño momento de intimidad emocional que quedaba. Un cúmulo de despropósitos.
http://www.eldiariomontanes.es/20091223/cultura/cine/reinventar-20091223.html
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- Salsoso -